Es curioso lo fácil que puede llegar a ser tomar una decision aun habiendo luchado con ello durante semanas.
Y no por la decisión en si, si no lo que implicaba.
La sangre aún era saboreada por su lengua. La misma que había extraído todas las sustancias aditivas que contiene el tabaco que fumaba. Quizás era eso lo que le engancha de sus besos, o la forma en que la miraba lasciba y desinhibida que la descolocaba y la encendía.
Pero ya todo daba igual, porque la esencia de lo que le daba brillo a su mirada le recorría el cuerpo calentándolo y alimentándola.
Lo que no la había dado en 9 meses, lo había tomado sin preguntar en una noche. Y nunca mas podría cuestionar una palabra que hasta entonces había sido prohibida : “mio”
Nunca mas de nadie. Era suyo y no había réplica alguna. Había perdido la vida en sus manos, mientras le follaba en el asiento delantero de su bmw ranchera de madrugada, en la última calle del polígono industrial.
Le echarían en falta. Si. Seguro, pero nunca mas volvería a reírse de ella, nunca mas volvería a olvidarla por atender cosas mas importantes, nunca mas sería vencido por el sueño y excusado de este para ser su entretenimiento.
Aquella tarde el estilete perdido fué una señal, igual que el pájaro muerto frente a la puerta de su casa, igual que la sensación de cordura ante el último nudo del llavero renovado.
El monstruo que la protegía quería salir y ella no se lo impidió.
