Violación

Ranchera

Estaba tumbado. Era de día,

Sudaba. Hacía calor. La postura en la que curraba no era fácil.

Ella se acercó por la parte de atrás del coche, sin imaginar que aquella escena la excitaría de aquella manera.

Se había vestido como sabía que a él le gustaba, sugerente y juguetona.

Una falda de cuadros corta. Unas calzas y botas altas. Una camisa roja abrochada apretaba sus sugerentes pechos y… como le había prometido, no llevaba ropa interior.

Le había dicho por teléfono que la próxima

Vez que la viera la violaría.

Tantas ganas, tanta hambre tenía de ella que no haría otra cosa en primer lugar. Y ella le dijo que sin ropa interior no sería violación y a él eso le puso mas duro.

Y así fue.

Para colmo, sabía todos sus planes aquel día, pero no le dijo que iría.

Cuando la vio atareado tirado en el coche, sudando y trabajando el deseo por él creció en su entrepierna ya caliente y preparada.

Se acercó, le puso la mano en el muslo de forma suave y explícita cerca de su ingle. Sabía que se asustaría, pero no de aquel modo…

Sin embargo, como estaba preparada para esa reacción, no se sobresaltó ni quitó la mano de donde la tenía.

Su cara cambió en un segundo del susto a la sorpresa y de la sorpresa al hambre contenido.

Aquella mujer de cabello rojo le enloquecía y aquella visión no pudo reprimirla bajo su pantalón.

Ella se dio cuenta y le sonrió. Sabían jugar a aquel juego… y aceptaron sin mediar palabra.

Sus intensos ojos azules la miraban con deseo y un hambre largo tiempo contenido.

Sus manos no sabían si concentrarse en su cintura o subir a su pecho encerrado tras aquella blusa.

Pero una mano bajó a su cadera, colándose casi por accidente bajo la tela… aun sin llegar a tocar allí donde debería estar sus bragas.

Y como un flash le llegó a su memoria el recuerdo de aquellas palabras.

¿ llevaría algo debajo de la falda de cuadros?

Y la pregunta saltó en sus ojos y la respuesta en la sonrisa de ella.

La trajo hacia él y, abriéndose la bragueta del pantalón bermuda, la invitó a sentarse a horcajadas sobre su miembro duro que se exponía listo para ella.

Pero ella no se movió, desafiante.

Las sonrisas se dibujaron divertidas…

La tomó del cuello con su enorme mano. La miró fijamente mientras acercaba su boca a los labios rosas intenso de ella mientras que con la otra mano acariciaba su sexo ya húmedo.

Cuando su boca comenzaba a besarla, su dedos, que acarician su clítoris se deslizó dentro de ella con dulce suavidad.

Era bastante mas bajita que él y aquella postura era incómoda… pero, tras aquella exploración, la giró, la encaró dentro del maletero donde momentos antes él estaba tumbado, y volvió a meterle los dedos mientras se colocaba para embestirla penetrándola y haciéndola suya, como hacía muchísimo tiempo deseaba hacerlo.

Salvaje. Duro, rápido, sin acelerarse, disfrutando de su deliciosa calidez pero esperando impaciente mas gemidos, mas jadeos y mas gruñidos salidos de aquella mujer que tanto la excitaba.

Miró alrededor para asegurarse de que no había nadie y, colocándola a la altura ideal para poder poseerla a cuatro patas, la desabrochó la blusa dejando aus pechos en sus manos… a los que se agarro mientras la embestía una y otra vez cada vez con mas energía, mas hambriento y mas deseoso de su climax. Y la voz de aquella mujer salió de su garganta al alcanzar el orgasmo mientras él la penetraba como si no hubiera un mañana…

Adoraba las sensaciones que aquella mujer despertaba en él. Le dijo que la violaría y, ella se había dejado violar.

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