Amor de verdad

Eso es lo que sentían.

Sus mundos por fin empezaban a crear un camino. Un camino juntos.

No era un sentimiento caprichoso. Eran meses de conocerse, de pelear, de silencios y de presencias. Horas de hablar y de reír. Horas de pasarlo mal, de cuestionarse, de sufrir.

Por fin, uno por cada lado, habían empezado a cambiar las cosas y se encontraban en aquel punto.

Una noche completa, donde la comprensión, el entendimiento y la tranquilidad de la conversación dio lugar a un acercamiento entre ellos diferente.

Sus cuerpos se pegaron, se acercaron tanto que nada parecía poder separarlos.

Sus miradas eran de emoción, de una sensación donde el pesar y la culpa no existía… aunque resquicios de tristeza por lo que se acaba siempre quedan.

Se miraban sinceros. En silencio pero hablando a gritos. Demostrando en cada beso que se daban que estaban ahí, el uno por el otro, y nada mas.

Las dudas no tenían cabida en ese momento, ni los demás. Ni las opiniones ni los juicios. Ni siquiera los suyos propios. Solo lo que sentían y el mar de intenciones que tenían.

Nadie sabe como son los sentimientos de uno. Solo uno mismo. Y los hechos dan peso a todos y cada uno de ellos.

Un beso llegó y otro le siguió.

Las manos recorrían la cintura del otro y la piel se erizaba.

El aliento de uno era el aire del otro.

El amor no era capricho que si caprichoso. Era real y sincero como real era lo que les quedaba por caminar, complicado y necesario. Y sincero el motivo, las intenciones y las ganas de hacerlo bien.

Y sin haber capricho, lo caprichoso era la situación, compleja, similar y espejo del otro… sin sencillez, sin facilidad para disfrutarlo… y eso que ya habían luchado sus propias guerras…

Los mundos de cada uno, el tuyo, el mio, pueden parecerse, mas las sutiles diferencias hacen de cada uno de ellos complejas formas de gestionarlo y salvarlos.

Cuando se trata de conseguir armonía, esta llega tras la paciencia y el trabajo. Y ese camino es a veces el mas complicado de todo.

Pero el amor de verdad, el que te hace reír pero te hace pelear, es el que merece la pena luchar. Ese que ambos sentían y que, cuando llegara a poder ser libre, disfrutarían plenamente.

Hasta entonces… seguirían mirándose cómplices para poder llegar a ser cómplices mirándose tras un amor de verdad.

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