La mazmorra de Evilcode

Eran las seis. La seis de la tarde. Hacía calor. Era primavera y el calor que hacía no era propio de la estación. 

Estaban sentados en el coche, en el hueco que queda en las puertas abiertas. Habían quedado para comer pipas y alguna golosina, pero ninguno pensaba que terminarían como lo hicieron.

En una escasa conversación, unos roces de manos y alguna mirada intensa se habían dejado claro la necesidad que ambos tenían del otro.

Él sentado en la puerta trasera, la tenía en frente, de pié, con su vientre a la altura de su boca. Alargó sus brazos y la acercó suavemente, levantó con los dientes la camiseta que le cubría la piel y, cuando la tuvo expuesta, le mordió. Primero suave, luego mas fuerte, sabiendo que ella no se quejaría, y luego dulce tras enrojecer su piel.

Pero el lugar donde estaban era propicio, solitario, apartado… y las ganas de estar juntos, de comerse, de sentirse, eran mas que una necesidad.

Las manos de ella acariciaron el cabello corto de su pareja. Era suave, castaño, adornado con algún toque plateado. Su rostro, hundido en su cuerpo, bajo el perfil de su camiseta oscura, la olía lamiendo su piel como si tratara de saciar la sed de su cuerpo.

Ella notaba sus labios, su lengua, sus dientes… y ahogaba con éxito un gemido de placer. Pero notó que la situación se le iba de las manos cuando los dedos de él tomaron la cinturilla de sus mallas negras y, empujándolas hábilmente hacia abajo arrastrando su ropa interior, la dejó expuesta a él.

Él se acomodó, abandonando su asiento e hincando las rodillas en el asfalto, puso su boca frente al casi rasurado pubis de ella. Mientras, sus enormes manos, la bloqueaban sujetándola de las nalgas contra él. Y sin apenas darse cuenta, él, aquel hombre que la llenaba de deseo oscuro y lascivo, que la llevaba a la locura en sueños húmedos y que la excitaba con la mas mínima palabra, estaba pasando su lengua por su sexo. Entonces no pudo reprimir nada y un profundo gemido, junto a un escalofrío y un calor repentino invadieron el momento en el que ya no había vuelta atrás.